
Entregue mi promesa a la princesa Micomicona, hincado de rodillas, le dije que podía vivir de ahora en adelante sin ninguna preocupación, pues ya su caballero había acabado con tan mal nacida criatura.
Tranquilo y tan agotado quedé, que me dediqué a descansar como si regresara a un estado en el que había estado hace un momento...
Me despertaba yo, cuando Sancho llegó a decir unos cuantos disparates, de que no había matado yo otra cosa, que unos cueros de vino y que la princesa Micomicona era un señora Dorotea. Así pues me vestí para ver todos aquellas transformaciones que Sancho, decía, habían ocurrido. Hable con la princesa Micomicona, supuestamente convertida en una doncella particular. Pero ella lo negó y afirmó que seguía creyendo en el valor de mi valeroso brazo. Me enojé bastante con el mentiroso y falacete de Sancho, pues no había dicho más que disparates falsos! Los presentes reconocieron mi fama de gran caballero y esperamos al iniciar del próximo día.
Pasaron por la venta un caballero cautivo y una señora Mora que según lo entendido se llamaba María, pues la Mora no sabía hablar cristiano. Ellos se iban a quedar en la venta. Cenamos con mucho contento, en ese tiempo expliqué a los presentes las labores de los caballeros andantes, que el fin de la guerra es la paz, los trabajos de los estudiantes y cómo llegan a gobernar el mundo desde una silla. Pero comparados a los trabajos de guerreros se quedan muy atrás en todo. Expliqué la pobreza del estudiante guerrero y cómo es más fácil premiar a los letrados que a los soldados. Armas contra letras. Como una ocupa de la otra y la otra ocupa de la una. Así me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me quitaran la ocasión de hacerme famoso. Pero que haga el cielo lo que fuere sevido.
Excelente caballero y falso escudero que solo ve mentiras en todo lado!!!jajaaja. Un trabajo de humor y seriedad que da gusto leer.
ResponderEliminarTrabajo que disfruto más de lo que pensaba... Gracias teacher Lore!
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