Ansioso de atrapar pensamientos y enriquecer argumentos, el Ingenioso Hidalgo nos enseña lo más íntimo de su día a día.
sábado, 14 de agosto de 2010
Siguiendo con lo sucedido en la venta.
Entraron a la venta un caballero junto a una fermosísima doncella, que era su hija, a quienes introduje con mucha voluntad y amabilidad al castillo. El señor Oidor, quien era el caballero que entró a la venta, era según el capitán, uno de sus hermanos. Lo llamo capitán, debido a que el cautivo nos acababa de contar su historia, la cual era larga e interesante, en ella él había sido capitán de infantería, no la escribiré pero si la tendré por siempre, presente. Resultó que el señor Oidor era uno de los tres hermanos que tuvieron por padre un caballero muy visionario, quién había partido su hacienda entre sus tres hijos y les había designado a cada uno, una profesión a seguir. Eran naturales de un lugar de la Montañas de León. Y al parecer estos dos hermanos que por la ventura se habían encontrado, siguieron los consejos de sus padre tal y como se los dijo. El señor Oidor reconoció entonces la historia de su hermano, contada por el cura, así contó de su padre y de su otro hermano. Lleno de compasión daba gracias de saber que su hermano estaba vivo, donde sea que estuviera. El cura hizo su pensamiento, acción y así presento a Zoraida, al capitán y al Oidor. Quedé admirado, sin palabra alguna, a tan extraños acontecimientos, definitivamente eso solo podía deberse a quimeras de la andante caballería. Me ofrecí a resguardar el castillo para evitar ser acometidos por algún gigante o mal andante follón, codiciosos del gran tesoro de hermosura que en aquel castillo se encerraba.
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